(a Darinka)
A la orilla de mi cama
hay un abismo
donde palabras y necesidades
copulan sin temores,
se desnudad y se entregan,
nacen y renacen:
he aquí que la semántica
es epidérmicamente nueva;
hay también la noche,
un rehilete que danza al ritmo de la muerte,
donde el todo y sus partes
son armonías caóticas
que hacen brotar
alegres dolorosos tonos:
he aquí que el drama universal
es el calor circular poético
nacido de tu sexo;
hay la sangre auricular
de todo silogismo y todo mar
que se hace gemido
y se hace intento:
he aquí que en ti
toda dialéctica es siempre
dulce principio de reconocimiento.