jueves, 6 de enero de 2011

Crepuscular

a Darinka

Existes dolorosa,
te levantas a ver el mundo
y todo va naciendo entre tus manos:
todo es espuma y sacrificio,
todo es escandalosa ausencia,
todo es obscuro y es opaco
y todas las calles laten silenciosas
esperando de tu cuerpo

fugaz como la carne,

como la víspera de toda la muerte
cantas y todo reverdece:
allá se alzan las aves
allá el bosque arde;
aquí dentro de mí
está tu nombre
como una gota de sangre
que espera derramarse

A diario te desnudas,

a diario girasoles
y negras perlas
acuden a tu sombra,
a diario el color de la nostalgia
desciende de tus ojos
para impregnar la tierra:
y sólo así los hombres
conocen su destino,
el sudor que causa la fatiga
de buscar enamorados
todo el pan y todo el vino

y sin embargo me resisto,

sin embargo
a toda hora soy lateral escombro,
raíz hecha de peces y de manos,
de costumbres y de hambre,
de hombre abandonado:
y en ti todo gira desesperadamente,
ah, eres la marea que me arrastra,
y soy el náufrago de luz,
el hombre que navega
tus dulces sanguinarias aguas

Ah, crepuscular e incierta,

eres todas las mujeres
y toda la hierba,
todo lo que no se nombra,
todo lo que está ahí
en dulce inevitable espera...

Postscriptum labyrinthi*

Pocas muertes vienen desde lejos. Para mí el tiempo no existe; sin embargo, tengo un corazón que late y unos ojos que miran (los hombres sólo tienen armas y hambre). El cielo parece un lugar insoportable y quieto, azulísimo como los nombres que no conozco. Así vivo y así espero: entre los girasoles más hermosos y las paredes más altas. Nadie sabrá esto. Ni siquiera aquel que viene de tan lejos.

*Posdata del laberinto.