a Darinka
Torturado y hambriento,
rodando como una piedra de agua,
ahogándome de mi,
de esta desesperación que soy;
en esta tierra, en el ardor de los días,
canto la lejanía de las aves nacidas
de tus negros ojos,
de esa tu soledad que es música de nadie;
Gacela escondida,
aquí donde yo estoy
hay sólo gritos, hay un viento de muerte,
hay una guerra verde
que hace dormir a las islas de mi sangre:
existo aquí
torturado, hambriento
¡ay!, y sin poder nombrarte.