jueves, 6 de enero de 2011

Postscriptum labyrinthi*

Pocas muertes vienen desde lejos. Para mí el tiempo no existe; sin embargo, tengo un corazón que late y unos ojos que miran (los hombres sólo tienen armas y hambre). El cielo parece un lugar insoportable y quieto, azulísimo como los nombres que no conozco. Así vivo y así espero: entre los girasoles más hermosos y las paredes más altas. Nadie sabrá esto. Ni siquiera aquel que viene de tan lejos.

*Posdata del laberinto.

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